¿Te has detenido alguna vez a pensar cuál es la rentabilidad real que producen tus ahorros o tus inversiones? seguramente lo habrás hecho y probablemente también te hayas encontrado con conceptos que parecen similares pero que realmente no lo son: por ejemplo, cuando se habla de rentabilidad real y rentabilidad nominal, dos conceptos que siempre debes tener presente a la hora de contratar un producto financiero o analizar el resultado de los que ya tienes.
Resulta muy importante valorar como decimos ambos conceptos antes de contratar productos de inversión o ahorro, la diferencia entre un interés nominal y un interés real puede ser lo suficientemente importante como para convertir lo que parece una buena inversión en una mala idea.
Rentabilidad real y nominal
Rentabilidad nominal
Se trata del interés que te va a permitir conocer la rentabilidad de tu dinero en un plazo de tiempo determinado (habitualmente anual) en este caso para el cálculo del interés nominal no va a tenerse en cuenta más que el espacio de tiempo en el que se desarrolla la operación: esta es una diferencia fundamental como veremos después. Por tanto, se trataría de un cálculo de aplicación de intereses de manera directa sobre una cantidad o unidad monetaria durante un periodo de tiempo completo.
Por ejemplo: un producto en el que hemos invertido 1000 euros a un rendimiento nominal anual de 10% transcurrido ese periodo de tiempo debiera transformarse en 1100 euros ya que la rentabilidad que nos proponen es la de 10 unidades por cada 100 por lo que el resultado del rendimiento seria 100. En este caso no se ha tenido en cuenta como vemos ningún otro elemento, es exclusivamente el valor nominal de nuestra inversión.
Pero ¿esos 100 euros que has obtenido de rendimiento tienen el mismo valor que en el momento en que abriste la inversión? probablemente no y es que aquí entra en juego la inflación y, en definitiva el interés real.
La rentabilidad real
La rentabilidad real no puede desligarse del contexto en el que nuestro dinero se desenvolverá. O dicho de otro modo la rentabilidad real es el resultado de aplicar a la rentabilidad nominal el modificador de la inflación, algo que aunque puede parecer complicado pero realmente no lo es.
Si tomamos una referencia ficticia que sitúe por ejemplo la inflación en el 5% y volvemos al ejemplo anterior veremos que, efectivamente, en un primer cálculo simple restando la inflación a la rentabilidad nominal el rendimiento del 10% nos ofrecería una rentabilidad real en torno al 5% (ya pudiera, pensará alguno, pero no se olvide que son rentabilidades ejemplo desafortunadamente lejos de la realidad) esto nos hace comprender el motivo por el que habitualmente cuando la rentabilidad se nos ofrece como interés nominal este siempre resulta más elevado que el interés real.
Es decir: La rentabilidad real se obtendría de aplicar el diferencial que supone la inflación a la rentabilidad nominal del producto. Es evidente que existen otros elementos que generan variables pero este sería el concepto principal a tener en cuenta a la hora del cálculo de rentabilidad real.
Qué ocurre hoy en día
Con una previsión de inflación ( depende quien haga la previsión un poco más arriba o un poco más abajo) en un escenario en el que las tasas de inflación son bajas como podemos comprobar en este caso nos enfrentamos a una pequeña paradoja cuando resulta que por ejemplo los depósitos bancarios aún encontrándose en mínimos históricos en lo que se refiere a la rentabilidad desde el punto de vista porcentual, se encuentran en uno de los momentos de la última década en los que se da una distancia relevante entre la inflación y la rentabilidad propuesta, sobre todo en los productos a mayor plazo en este caso.
En definitiva para un buen cálculo de nuestra rentabilidad real la rentabilidad nominal sólo los tiene que servir de referencia y orientación sobre la que aplicar los modificadores (realmente habría más pero el más relevante sigue siendo sin ninguna duda el de la inflación)