Las cuentas bancarias se han convertido en un producto financiero prácticamente imprescindible para cualquier economía doméstica. Si a lo largo del tiempo ya era un servicio importante, la tendencia cada vez mayor a las domiciliaciones y las gestiones bancarias ha multiplicado dicha necesidad.
Desde la domiciliación de la nómina hasta el pago de los recibos comunes, pasando incluso por la necesidad de poseer cuentas bancarias para determinados contratos de servicio, parece que estamos abocados a utilizar las cuentas, pero, esto no significa necesariamente que sepamos usarlas siempre de manera correcta.
Y es que a lo largo de nuestra vida vemos muchas ofertas y operamos con muchas entidades y esto en unión a posibles necesidades puntuales motiva la apertura de cuentas que, en muchas ocasiones olvidamos, un error que realmente puede convertirse en grave.
Por tanto, cuando queremos realmente hacer un buen ajuste de nuestra economía doméstica en general, hay que preguntarse ¿Cuántas cuentas necesito realmente?
¿Más de una cuenta?
Aunque muchas personas puedan optar por tener solo una cuenta y evitarse complicaciones, si realmente quieres ahorrar y aprovecharte de las mejores ofertas, es necesario elegir las mejores cuentas de acuerdo a tus necesitades.
Pero no todas las economías domésticas son iguales, ni sus necesidades ni su operatividad es la misma, por ello resulta complejo establecer un número de cuentas adecuado que resulte válido para todos, aunque un escenario relativamente común podría ser el siguiente:
Una cuenta nómina en la que domiciliamos nuestros ingresos y a la par los gastos corrientes. Estas cuentas además de presentar ausencia de comisiones, generalmente ofrecen ventajas interesantes en forma de bonificaciones o acceso preferente a otros productos financieros. Es cierto que hay personas que prefieren diferenciar las cuentas de ingresos y las de gastos, esto obliga a duplicar el número de cuentas de uso constante.
Una cuenta de ahorro remunerada donde dirigir el excedente que deseamos convertir en ahorro pero no limitar su liquidez. Aunque las rentabilidades de estos productos hoy en día no son excesivamente elevadas la combinación de ahorro y liquidez sigue siendo muy interesante.
Una cuenta de ahorro junior puede ser un buen instrumento de adquisición de cultura financiera para los niños, además de proporcionar ventajas y bonificaciones en algunos casos van a tener pequeñas remuneraciones, aunque es cierto que han reducido su rentabilidad de manera importante en los últimos años.
Podríamos evidentemente sumar más productos, por ejemplo en el caso de las inversiones serán necesarias cuentas corrientes asociadas, pero, realmente con los tres ejemplos anteriores estaríamos ante un modelo que cubre muy bien el conjunto de las necesidades básicas de cualquier economía doméstica.