Cada vez es más fácil gracias a Internet poder comprar de manera inmediata. Una cuenta bancaria y una tarjeta asociada a la cuenta son las dos únicas herramientas que necesitamos. Sin embargo, no siempre ejercemos el control necesario sobre nuestros gastos.
Poder comprar de manera rápida, sencilla a golpe de ratón, hace que en muchas ocasiones compremos sin reparar en la importancia de la compra, o directamente de manera compulsiva. Internet es sin duda una buena idea para mejorar nuestras compras, de hecho, podemos obtener ahorro y beneficio como la entrega a domicilio, pero, a la vez, puede convertirse en un pozo sin fondo de gastos.
Como usar tu cuenta bancaria para compras en internet
Hoy en día existen múltiples modelos a la hora de poder realizar pagos en Internet, y por tanto es muy sencillo comprar en la red,
Desde métodos de pago que se asocian a tu cuenta pero, se sostienen como monederos externos, hasta el uso de tarjetas de crédito o débito, las posibilidades son variadas.
Es difícil inclinarse por una u otra opción ya que las preferencias de cada uno tienen mucho que ver aquí, sin embargo, una de las más seguras y recomendables es solicitar una tarjeta virtual asociada a nuestra cuenta bancaria.
Las tarjetas virtuales, como podemos ver en este artículo, pueden no tener presencia física, pero en cualquier caso no se pueden utilizar a la manera tradicional del resto de tarjetas. Es decir, no la utilizaremos en cajeros, y tampoco para pagos en terminales TPV presenciales.
Estas tarjetas, con numeración igual que cualquier otra tarjeta, se pueden recargar a través de nuestra cuenta bancaria, funciona como una especie de tarjeta prepago en la que sólo se alberga el dinero que destinamos de manera consciente a su recarga. El uso básico de estas tarjetas es, obviamente, las compras en Internet.
La gran ventaja que tienen las tarjetas virtuales es que gracias a la posibilidad de carga y descarga de dinero, nos permite controlar mucho mejor nuestros gastos. Además, manteniéndolas a cero y utilizándolas sólo cuando es necesario, evitamos esos cargos no deseados que a veces llega a nuestras tarjetas o cuentas bancarias.
Elegido el método de pago, en este caso nosotros hemos optado por las tarjetas virtuales, deberíamos comenzar a aplicar algún tipo de método a la hora de realizar nuestras compras, sobre todo cuando se trate de importes elevados.
Una de estas herramientas de control del gasto, entre muchas, es la llamada regla del 10/10/10, que como verás puede ser realmente útil a tal propósito.
La regla del 10/10/10 aplicada a tus compras en internet
Todos los métodos que tratan de ayudarte a controlar el gasto de manera razonable surgen de una misma idea: si realmente necesitas o no lo que vas a comprar. Es decir, lo que buscamos en este caso es una herramienta que nos permita hacer un análisis realista de la necesidad de la compra que tenemos pensado hacer.
Es cierto que para algunas personas un simple vistazo a sus cuentas o a su presupuesto les bastará para entender si el gasto que van a acometer es adecuado o no. Pero, en muchas ocasiones, el factor emocional tiene mucho que ver en estas decisiones, y por tanto, es necesario buscar algún punto que nos lleve a la racionalización del gasto de manera rápida. La regla del 10/10/10 bien aplicada puede servir para ello.
En este caso la utilizamos para tratar de decidir si nuestras compras son adecuadas o no a través de Internet, pero, obviamente, puedes extrapolar esta regla a cualquier decisión relacionada con el gasto en tu vida.
Realmente no es muy difícil aplicarla. Se trata simplemente de hacerse tres preguntas antes de comprar algo;
- ¿Cómo me sentiré con la compra dentro de 10 minutos?
- ¿Cómo me sentiré con la compra dentro de 10 meses?
- ¿Cómo me sentiré con la compra dentro de 10 años?
Si estas tres preguntas tienen una respuesta positiva, lo más probable es que realmente sea interesante la compra que te estás planteando. Sin embargo, cuando tengas dudas en cualquiera de ellas, debes pararte a reflexionar. Esta reflexión, debería transformarse en negativa a la compra si la respuesta es directamente dudosa en dos de las respuestas. O, si la respuesta es negativa.
Un ejemplo práctico de la regla del 10/10/10
Imagínate que tienes un buen teléfono móvil. Es un teléfono que tiene dos o tres años, pero, cumple de manera sobrada con tus necesidades, lo puedes utilizar como elemento de comunicación, también como elemento de ocio y realmente funciona bien. Sin embargo, en la actualidad en el plazo de dos o tres años es posible que hayan surgido tres o más modelos ligeramente superiores en prestaciones, y dentro de un rango de precio parecido al que pagaste por tu móvil.
Los dispositivos móviles son un gran ejemplo de compra emocional. Las mejoras suelen ser ligeras y sin embargo, la sensación de necesidad de cambio suele estar muy presente. Obviamente este es un gasto que no tenemos por qué realizar, pero vamos a analizarlo aplicando la regla.
Imagina que el desembolso que vas a tener que realizar por el nuevo móvil es de 600 €. Realmente estás motivado para comprarlo, aunque tu móvil funciona perfectamente y tiene un largo periodo de vida útil por delante. En este caso, deberías hacer frente a las preguntas y respuestas de la regla del 10/10/10.
¿Cómo me sentiré con la compra dentro de 10 minutos?
Casi seguro que 10 minutos después de haber comprado el móvil te sentirás emocionado, estarás nervioso esperando que llegue a tu casa para desempaquetarlo y utilizarlo por primera vez. De ese modo satisfaces la sensación inmediata de emoción que produce la compra, así como la parte emocional relacionada con el cambio de dispositivo.
¿Cómo me sentiré con la compra dentro de 10 meses?
Este es el momento crucial, y más difícil, sobre todo porque te exige un ejercicio de honestidad que no todo el mundo está dispuesto a hacer. Con mucha probabilidad dentro de diez meses seguirás utilizando el móvil nuevo, pero también el móvil viejo seguiría funcionando perfectamente, En este punto tienes 600€ menos que tal vez podrías destinar a otros gastos o simplemente al ahorro. ¿Visualizas que el nuevo móvil te ha aportado realmente mejoras útiles que justifiquen el gasto?
¿Cómo me sentiré con la compra dentro de 10 años?
Dentro de diez años, muy probablemente, tu nuevo móvil, del mismo modo que tu viejo móvil, se habrán quedado obsoletos. Una década, a la velocidad a la que avanza la tecnología cambia de manera radical las prestaciones de los dispositivos. En este caso, a largo plazo, el rendimiento de ambos móviles vendría a significar más o menos lo mismo. Probablemente, en este largo plazo, visualices más claramente el gasto de 600 euros como algo innecesario o poco adecuado.
En este caso práctico, probablemente lo más adecuado sería no hacer la compra. La segunda pregunta te genera dudas, salvo que las mejoras sean realmente positivas, y la tercera pregunta iguala la durabilidad de ambos dispositivos.
No es una regla perfecta claro está. Pero cumple el objetivo de hacerte pensar sobre la compra que quieres realizar, algo que no siempre hacemos y que es muy recomendable.