Parece lógico pensar que tener cuentas en varios bancos te da más opciones, más libertad o incluso más seguridad. Pero, en realidad, ¿es tan buena idea? La respuesta corta es: no. Abrir cuentas como si coleccionaras cromos puede ser más problemático que útil. Si alguna vez has sentido que gestionar tus finanzas es un lío, puede que este sea uno de los motivos.
Demasiadas cuentas, demasiados problemas
Tener varias cuentas en diferentes bancos no significa necesariamente que estés mejor preparado. A menudo, lo único que logras es multiplicar el esfuerzo que necesitas para manejar tu dinero.
Por ejemplo, cada banco tiene su propia app, sus propias condiciones y sus propias comisiones. Aunque algunas cuentas digan ser gratuitas, muchas exigen cosas como ingresos mínimos, uso de tarjetas o vinculaciones que, si no cumples, pueden acabar costándote dinero. Y si tienes cuentas en varios bancos, es fácil que alguna de esas condiciones se te pase por alto.
Además, ¿qué pasa con el seguimiento de tus gastos? Imagina que tienes tres cuentas y haces pagos desde todas ellas. Cuando intentas revisar dónde está yendo tu dinero, ¿cómo lo haces? Saltando de una app a otra, intentando recordar qué gasto salió de qué cuenta. Al final, es como intentar armar un puzzle, pero sin saber si tienes todas las piezas.
Y ni hablemos de las contraseñas. Si te cuesta recordar una, ahora multiplica eso por todas las cuentas que tienes. Ah, y añade la seguridad: cuantos más bancos uses, más datos personales compartes, y mayor es el riesgo de que algo salga mal.
Pero, ¿no es bueno diversificar?
Seguro que has escuchado aquello de «no pongas todos los huevos en la misma cesta». Es un consejo válido, pero no significa que tengas que abrir cuentas por abrir. Diversificar tiene sentido si manejas inversiones importantes o si necesitas cuentas en monedas diferentes. Pero para el día a día, con una o dos cuentas bien elegidas suele ser más que suficiente.
Tener una cuenta principal para tus ingresos y gastos habituales, y quizá otra secundaria para ahorros o imprevistos, es más que suficiente para la mayoría de las personas. Así puedes dividir tus finanzas de forma clara sin complicarte la vida.
Otra cosa a tener en cuenta son las ventajas que los bancos ofrecen. Si tienes cuentas en varios bancos, pierdes la posibilidad de concentrar tus operaciones y aprovechar beneficios como descuentos, bonificaciones o condiciones preferentes. Al final, tener el dinero disperso puede hacerte perder oportunidades.
¿Cómo saber si tienes demasiadas cuentas?
Es fácil caer en la trampa de abrir cuentas porque parecen una buena idea en ese momento. Pero aquí hay algunas señales de que quizá estás exagerando:
- Tienes cuentas que no usas, pero siguen activas.
- No recuerdas bien qué condiciones tiene cada cuenta.
- Necesitas revisar varias apps o webs para entender tus finanzas.
- Estás pagando comisiones sin darte cuenta porque no usas las cuentas como el banco exige.
Si algo de esto te suena, puede que sea hora de cerrar cuentas innecesarias y simplificar.
¿Qué hacer si ya tienes muchas cuentas?
Primero, no te agobies. Es algo que pasa a menudo y tiene solución. Lo ideal es que hagas una lista de todas las cuentas que tienes y revises cuáles realmente utilizas. Pregúntate: ¿de verdad necesito esta cuenta? ¿Me aporta algo que no pueda hacer con las otras?
Luego, prioriza quedarte con una o dos cuentas que sean prácticas, económicas y fáciles de gestionar. Cierra las demás, pero hazlo con cuidado. Antes de cerrar una cuenta, asegúrate de que no tienes domiciliaciones activas o pagos pendientes.
Y sobre todo, una vez que tengas tus cuentas organizadas, aprovecha para mejorar la gestión de tu dinero. Con menos cuentas, es mucho más fácil llevar un control y asegurarte de que tu dinero está trabajando para ti, y no al revés.