Los bancos cada vez nos ofrecen más por nuestras nóminas. Si hace no mucho tiempo lo normal era, en todo caso, ofrecer regalos, hoy en día podemos tener acceso a productos preferentes como préstamos, pero esto no siempre puede ser una buena idea.
Generalmente las cuentas nómina van a ofrecernos cuestiones como la eliminación de comisiones, las tarjetas gratis, puede que algún regalo, y en muchos casos acceso a financiación preferente. Esta financiación puede ser a través de los llamados anticipos denomina, o, a través de los préstamos preconcedidos o a través de los préstamos preferentes.
En el primero de los casos, el de los anticipos de nómina, cuando tenemos clara la operativa, es decir, cuando sabemos que ese anticipo no va a suponernos un problema en el desarrollo de la economía del próximo mes, puede ser una herramienta eficaz, ya que, generalmente, no vienen acompañados de intereses y se limitan a adelantarnos un porcentaje de nuestra nómina que será descontado cuando está ingrese en las cuentas bancarias.
En el segundo caso, los créditos preconcedidos lo que se nos ofrece es una suerte de línea de crédito constante. Es decir, en función de nuestro perfil crediticio e ingresos, el banco nos ofrece una cantidad de dinero a crédito que podemos utilizar en cualquier momento y que una vez repuesta puede volver a ser utilizada. En este caso se trata de un crédito que ya presenta intereses y costes. No es en absoluto un crédito gratis, y aunque puede ofrecernos algún tipo de bonificación en los intereses, a todos los efectos es un préstamo con sus ventajas e inconvenientes.
Por último, los préstamos preferentes no dejan de ser préstamos personales a los que se les aplica una pequeña bonificación en los intereses, y puede que en determinadas condiciones.
La financiación preferente buena o mala idea
Hay que partir de una base simple, cada vez que recurrimos a la financiación debemos hacerlo motivados por una necesidad clara y bien estudiada. Esto, dicho de manera más simple, significa que no debemos utilizar la posibilidad de préstamos preferentes para objetivos no necesarios, o situaciones en las que podríamos solucionar nuestros problemas financieros con otras alternativas.
Lo primero que debemos tener claro es que, independientemente de la vinculación que mantengamos con nuestra entidad financiera a través de nuestras cuentas bancarias, un préstamo va a acarrear gastos, comisiones e intereses, que van a aumentar el coste total de lo que deseamos financiar. Tener claro esto es importante ya que no siempre analizamos a fondo el coste final de aquello que deseamos financiar con estos pequeños préstamos, es decir, no nos damos cuenta que realmente acabaremos pagando bastante más del coste real de lo que vamos a adquirir.
Por tanto, el primer motivo por el que la financiación preferente puede no ser una buena idea, es que siempre vamos a acabar pagando más de lo que cuesta aquello que vamos a financiar.
En este post te mostramos las claves sobre cómo cerrar una cuenta bancaria
Vivir a crédito siempre es mala idea
Aunque en los últimos años la tendencia se ha corregido de manera importante, básicamente porque los bancos no concedían créditos, lo cierto es que la cultura de utilizar la financiación a crédito de manera poco razonada sigue instalada en la economía doméstica de muchas personas en nuestro país.
El hecho de realizar pequeñas financiaciones, sumadas a las financiaciones más habituales como pueden ser los créditos hipotecarios o la financiación de vehículos, hace que al final una persona pueda acabar tremendamente endeudada a crédito esto, unido al uso de productos cotidianos como la tarjeta de crédito, o en este caso los pequeños préstamos preferenciales, puede llevarnos al mayor enemigo de cualquier economía doméstica: el sobreendeudamiento.
El sobreendeudamiento, por su parte, puede generar una tendencia constante al uso de productos de financiación, fundamentalmente tarjetas de crédito o pequeños préstamos, que, lógicamente, no son ninguna solución sino un parche temporal y muy caro.
Antes de solicitar cualquier tipo de préstamo preferente o no, es tremendamente importante hacer un análisis a fondo de nuestro nivel de endeudamiento y de los productos de financiación en los que ya estamos metidos. Este análisis tiene que pasar tanto por los importes que aún tenemos como por sus vencimientos y nuestra posible capacidad de respuesta tanto a las cuotas que ya tenemos como a nuevas cuotas añadidas.
Cada persona y cada economía doméstica es diferente y por tanto no vas a encontrar una fórmula mágica que te diga hasta donde puedes endeudarte. La recomendación básica, lo lógico, es no asumir deudas más allá de lo razonable y en la medida de lo posible no acudir a la financiación con costes.
En cualquier caso cuando solicites un préstamo debes tener claro que estos un recurso de financiación que debes utilizar de manera planificada. Tiene que formar parte necesariamente de un plan financiero personal y en ningún caso ser utilizado de manera impulsiva, sin análisis y con una utilidad poco realista o que se podría cubrir de otra manera.
Buscar alternativas a los préstamos
Queda claro que a lo largo de este artículo no estamos hablando de préstamos hipotecarios o de esa financiación necesaria en un momento determinado para una reforma del hogar o la adquisición de un vehículo cuando ésta es estrictamente necesaria. En estos supuestos la financiación, bien planificada puede estar más que justificada.
Nos referimos a lo largo de todo el texto a esos préstamos de porte pequeño o medio, que se nos presentan como preferentes por ciertas condiciones beneficiosas, y que son los que pueden inclinar la balanza de nuestra economía personal y terminar perjudicando al bolsillo.
Un préstamo, por ejemplo para unas vacaciones, puede no sólo acaba resultando bastante caro, sino que también puede acabar contribuyendo desequilibrar toda nuestra planificación económica del resto del año y peor aún, nos puede colocar en una situación de impago, acumulación de deuda, morosidad, etcétera. Está claro que ninguno de estos elementos son buenos y deseables para nuestro bolsillo.
Por tanto, siempre que nos planteemos utilizar un préstamo preferente para un objetivo concreto, debemos analizar las diferentes opciones alternativas.
La primera alternativa es volver a cuestionar una vez más la necesidad del objetivo que nos hemos marcado. Por ejemplo, puede ser que en lugar de solicitar un crédito para unas vacaciones debamos pensar en ajustar las vacaciones a lo que realmente nos podemos gastar, o el lugar de solicitar un crédito para adquirir un nuevo dispositivo móvil deberíamos pensar en la vida útil que le queda al que aún tenemos, etcétera.
La segunda alternativa, sin ninguna duda es recurrir al ahorro. Si el gasto que tenemos que hacer es necesario, el ahorro puede ser un camino que nos lleve a un gasto más racional y sin costes añadidos. Si tienes una buena economía planificada, y si mantienes el hábito del ahorro, con el tiempo no sólo habrás logrado un colchón de ahorro para imprevistos, otro para destinar al ahorro para el futuro, sino que también te podrás permitir marcarte objetivos a corto y medio plazo en los que invertir tu ahorro.
Por ejemplo, si sabemos que nuestras vacaciones van a costar una cantidad determinada de dinero, podemos tratar durante todo el año de ahorrar al menos una parte importante de ese coste, con lo cual evitamos los gastos añadidos que suponen los préstamos. Esto que parece difícil realmente no lo es tanto si somos capaces de ajustar nuestra economía a nuestros deseos, objetivos y necesidades.
La tercera alternativa es, si has decidido definitivamente acudir a un préstamo, buscar más opciones incluso que aquellas que se te ofrecen como preferentes. Comprobar si tienes alternativas a menor coste, e incluso si dentro de tu propia entidad puedes plantearte otras acciones de financiación libres de coste como los propios anticipos nómina.